Los antibióticos son una sustancia que se utiliza para eliminar o evitar que se propaguen organismos infecciosos, de manera que solo actúan sobre ellos. Lo que hacen es debilitar la pared bacteriana, consiguiendo así que mueran.
La penicilina, el antibiótico por excelencia, fue descubierta por Fleming (bacteriólogo y premio Nobel en medicina) hacia 1928, aunque ya muchos investigadores anteriores se habían encontrado con esta sustancia, ninguno le dio la importancia que realmente tenía.
Alexander Fleming |
Estaba haciendo cultivos de bacterias en placas Petri, probando un antiséptico que eliminaba estreptococos, pero que, en las cantidades que era efectivo contra las bacterias era dañino para los seres humanos. Le pidieron hacer un artículo para una revista. Para ello tuvo que echar un vistazo a los cultivos que había hecho. Vio que muchos de ellos estaban contaminados de moho. Pero lo curioso era que al rededor de ese moho no había bacterias. Se trataba del hongo Penicillium notatum (aunque Fleming pensó que se trataba de Penicillium chrysogenum). Fuera como fuese, el nombre que se le dio estaba claro: penicilina.
A pesar de descubrirlo en 1928, su síntesis era muy complicada, por lo que era difícil conseguirlo en grandes cantidades. No fue hasta 1935 cuando Hernst Boris Chain y Howard walter Florey decidieron dedicarse a esta tarea.
La primera prueba con humanos se realizó en 1942, testándola en un amigo de Fleming que estaba muy enfermo por meningitis. Unos pocos días después estaba curado.
Así comenzó la fabricación de la penicilina.
Tanto a Fleming como a Florey y a Chain se les concedió el premio Nobel de Medicina o Fisiología.