Primero, expliquemos lo que son una y otra:
Se pueden meter en el saco de la ciencia todos aquellos conocimientos que han pasado por el método científico, es decir, aquellos que han sido probados mediante la observación y el razonamiento. De ellos se pueden sacar leyes y principios. De ésta todos conocemos ejemplos, como son la física o las matemáticas.
La pseudociencia, por el contrario, son creencias o supersticiones, que no pueden demostrarse de manera fiable, porque no tienen datos empíricos que lo corroboren.
Esta última nos la encontramos día a día: en la sección de astrología de los periódicos y revistas, en la televisión, en esos programas en los que unos profesionales averiguan el futuro a quienes que deciden llamarlos por teléfono, en libros, como en El sueño de Hipatia, o en películas (recuerdo una en la que un señor aseguraba que podía cocinar la mejor sopa del mundo usando como ingrediente principal una piedra). Y tampoco tenemos que olvidarnos de la pseudociencia en la publicidad, ¿quien no recuerda a las pulseras milagro Power Balance?
Un tipo de estas falsas ciencias que se está poniendo de moda últimamente (tanto que la Universidad de Zaragoza ha creado una cátedra para esta disciplina). Hablo de la homeopatía, una "ciencia" que consiste en la curación de pacientes disolviendo en agua aquello que causa malestar al individuo. Actualmente se sabe que se basa en el efecto placebo. Aun así, ha conseguido muchos adeptos en sus doscientos años de historia.
La ciencia y la pseudociencia siempre han ido muy unidas. Ptolomeo, fue un gran pensador en la Antigua Grecia y en el Imperio Egipcio. Fue quien inventó el sistema de latitud-longitud que se usa hoy en día para cartografiar los mapas, y también inventó los horóscopos y los signos del zodiaco.
Otro ejemplo más sorprendente aún es el de Newton, por todos conocido por descubrir la famosa ley de la gravedad. Lo que no todos saben es que también dedicaba gran parte de su tiempo a estudios alquímicos.
Ha habido muchos casos en la historia como el de Ptolomeo, y es que la astrología y la astronomía, hasta hace poco, han ido de la mano.
En mi opinión, eso ha sido porque el ser humano necesita siempre tener respuestas. A aquellas preguntas que no somos capaces de responder, siempre tratamos de darle una explicación mística. En las civilizaciones antiguas pensaban que los astros los protegían y controlaban sus vidas y supongo que en cierto modo les daba algo así como tranquilidad.
Estos comportamientos no afectaban solo a los Romanos o Fenicios, también existen hoy en día. Todos conocemos a alguien que mira su horóscopo por las mañanas o que llama a esos programas de astrología por la noche.
Con este vídeo, en el que un profesor pone a prueba a sus alumnos, termino. ¡Hasta la próxima entrada!